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sábado, 7 de marzo de 2020
Wu wei, el arte de la no acción
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El Wu wei es un concepto del taoísmo que se traduce en ‘no acción’. Se trata de un principio en el que se señala que la mejor manera de enfrentar una situación, especialmente si es conflictiva, es no actuar. Y más que no actuar, no forzar ninguna solución, sino dejar que fluya.
A la mayoría de nosotros nos resulta extraño que haya una filosofía invitándonos a la no acción. Vivimos en una sociedad que constantemente nos induce a todo lo contrario. De hecho, vivimos saturados de actividades, sensaciones y pensamientos. Y cuando estamos haciendo nada, nos sentimos extraños. Llegamos a pensar que esto es sencillamente una pérdida de tiempo.
“Del vacío del sabio surge la quietud. De la quietud, la acción. De la acción, el logro”.
-Chuang Tzu-
El Tao Te Ching fue escrito hace 25 siglos por el filósofo Lao Tse. Este filósofo pensaba que la mejor manera de vivir era sincronizándose con el fluir de la naturaleza y el cosmos. Esta es la principal inspiración del Wu wei: dejar que las cosas tomen su curso natural y adaptarnos a él.
Los valores y virtudes en el Wu Wei
El Wu wei propone una vida sencilla porque es la que más se traduce en paz y armonía. Esa sencillez implica no apegarnos demasiado a las ambiciones y deseos, ya que son las principales fuentes de intranquilidad y sufrimiento, más que de realización. De esta forma, evitamos el dolor si un día carecemos de aquello a lo que nos hemos apegado en exceso. Por ello, la importancia no es lo material el sí, sino nuestra relación con el objeto.
La sencillez también ayuda a que vivamos de una forma más serena. Cuando estamos enfocados a tener grandes logros y satisfacciones, esto resulta imposible. De lo que se trata entonces es de valorar lo que somos y lo que tenemos, en lugar de lamentarnos por lo que no somos o no poseemos. Observar el presente y todo lo que hemos obtenido, sin duda, nos aportará muchos más beneficios que si solo nos fustigamos por aquello que no tenemos.
De la misma manera, el Wu wei plantea que la sencillez nos ayuda a aceptar las cosas tal y como son, a no resistirnos al curso de los acontecimientos y a no pretender tomar el control sobre ellos. Valores y actitudes que entran en contradicción con la mentalidad occidental, pero que permiten cultivar un mayor equilibrio emocional. A través de la aceptación activa, nuestra vida se transformará en camino mucho más relajado en la que sabremos que no tenemos el control de todo lo que sucede.
El Wu wei y el budismo están más cerca de lo que parece. El no aferramiento, evitar el exceso de deseo o de odio, el no hace nada en momentos críticos. Se trata de enseñanzas milenarias que, por alguna razón, coinciden y a través de ella se obtiene una existencia mucho más serena, tranquila y ordenada. Sobre todo, a nivel mental. Así pues, no cabe duda que, a pesar de que en los tiempos modernos todo esto pueda suponernos algo demasiado exótico, se trata de algo que podemos implementar en nuestras vidas.
El Wu Wei y los excesos
El Wu wei también nos llama la atención sobre el hecho de que la principal fuente de problemas son los excesos. Contrario a lo que muchos piensan, no son las carencias, sino los excesos los que nos llevan a sentir mayor malestar. De ahí que los elementos prácticos que nos propone el Wu wei se concentren en cuatro puntos principalmente:
Aceptar el hecho de que los problemas son una creación de nosotros mismos. Los problemas no surgen de la nada, son creados por nuestras acciones y por nuestra mente.
No hacer esfuerzos mentales por resolver los problemas. No representarlos en la mente, ni crear soluciones para ellos. La idea es dejar que se diluyan solos y no alimentarlos
Aprender a apreciar el flujo natural de las cosas. Esto es, adoptar una actitud de observación frente a los acontecimientos, sin pensar que debemos intervenir en ellos.
Dejar que la mente fluya. No intentar dar una dirección o un enfoque específico. Simplemente permitir que siga su propio curso, especialmente cuando estamos en calma.
Esperar y mirar
Uno de los ejes del Wu wei es el de aprender a esperar y mirar. Se parte de la idea de que la energía se debe conservar para aquellos momentos en los que sea inapelable la acción. Quien observa y aguarda el momento propicio sabrá actuar con gran sabiduría. También con enorme vitalidad, ya que no ha desperdiciado esta en acciones intrascendentes.
Se parte también de la idea de que quien sabe mirar y esperar resolverá cualquier situación con gran facilidad. Apenas le implicará esfuerzo. Esto no significa negligencia o pasividad, sino más bien sincronización con el flujo natural de la realidad. Hay que recalcar que nada permanece inmutable, sino todo lo contrario. Lo que existe está cambiando constantemente, con o sin acciones individuales.
De lo que se trata entonces es de no resistirnos a ese transcurrir de la realidad. Buena parte de nuestras acciones están destinadas a hacernos resistir. Esto genera una fuerza negativa que llega a ser contraproducente. En lugar de ayudar a que nos autopreservemos, nos incita a dañarnos a nosotros mismos en esa lucha. Lo que se busca es permitir que todo ocurra de forma natural, sin oponernos a ello.
Cámbialo si puedes, sino fluye Fluye, no opongas resistencia, disfruta del presente, de este preciso momento. Porque hay cosas que no podemos cambiar sino dejar que fluyan. Leer más »
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