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viernes, 19 de agosto de 2011

CONTEMPLACION DE LA INOCENCIA-"FELIZ DÍA DEL NIÑO"

Miramos la vida con los ojos pero vemos con la mente porque no vemos las cosas tal y como son sino según la opinión consciente o inconsciente que tenemos de ellas.

El poder razonador, sistematizador, clasificador y analizador de nuestra mente es un instrumento muy poderoso de conocimiento, de analizar la realidad pero no significa que podamos verla en su totalidad. Sería como ver el horizonte con un solo ojo.

Cierto que podemos ver mucho pero no podemos ver el panorama completo. Pero ademas hay otro problema y es que la mente tiende al perfeccionismo y no hay ninguna persona, personalidad y cuerpo que pueda resistir mucho tiempo su permanente mirada. Al final siempre terminaremos viendo defectos en todo y en todos. Eso es como echar arena en los ojos del amor, como llenar de polvo el corazón porque nos sofocaremos y no seremos capaces de amar con la total plenitud que nuestra alma quisiera. (Francisco Torres Perales)

El precio que están pagando los niños y niñas en la actualidad por la integración de su mundo con el de los adultos, es muy alto. El precio es la pérdida de su inocencia. 

Los adultos, con una mentalidad ciega, pretendemos que los hijos, por su corta edad, están ausentes, sordos o ciegos.

La película La vida es bella (1997, Dir. Roberto Benigni, Italia) fue galardonada con más de 40 premios internacionales. Aunque es una obra de ficción, en ella se muestra la historia de un padre que, en la peor de las circunstancias y los golpes de una guerra de dimensiones mundiales, trata de preservar la inocencia de su hijo.
¿Porqué gusto tanto esa película? Porque apela a ese anhelo inconsciente que tenemos de conectarnos con la parte bella de la vida y desechar lo que es injusto, doloroso y nos degrada como seres humanos.
El niño, !bendita inocencia!, que todo se lo cree y gracias a su papá no sufre y se esfuerza en portarse bien para llevarse el premio y volver a casa, porque cada vez le va gustando menos estar allí.
  
¿Cómo es este niño inocente?…
Es espontáneo, ocurrente, fresco, y se siente contento de existir. Su abrazo entusiasta es abierto y confiado. Vive lleno de asombro y cada detalle del mundo lo maravilla. Sin esfuerzo alguno percibe y toca lo bueno en cada uno de los que le rodean. Son lo que son, y con eso es feliz. No espera nada y espera todo. Si lo contemplamos, veremos que aún tiene estrellas en sus ojos.

En este mundo actual, en el que estamos integrando el mundo de ellos con el nuestro, le hemos abierto la puerta principal a lo que pueden escuchar o ver. ¿Por qué robarle la inocencia? ¿Por qué preferimos a esa criatura opuesta, miedosa, desconfiada, de movimientos erráticos y nerviosos que pretendemos hacer crecer antes de tiempo, aunque por la noche no pueda dormir, amanece con sus padres o moja la cama?

Ser padres y madres las 24 horas del día, los siete días de la semana es una tarea ardua. Cuando educamos de medio tiempo o con miopía no podemos proyectar las consecuencias de lo que hoy hacemos a futuro. Los hijos no vienen al mundo para llenar un vacío emocional. Si los padres no se sienten queridos o aceptados, o se sienten inseguros o desarraigados, es posible que busquen llenar, con sus hijos, esos huecos emocionales.

Los padres necesitamos, antes que nada, aprender a reconocer nuestras propias necesidades emocionales y buscar ayuda para sanar esas heridas y asi evitar que ellos se conviertan en un remedio al mismo tiempo que los contagiamos de esas necesidades insatisfechas.
Autora: Nina Ramon

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