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sábado, 22 de diciembre de 2012

"SER FELIZ ES UNA DECISIÓN"




                                                                                                                         



Mi percepción, a medida que envejezco, es que NO HAY AÑOS 

MALOS.

Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no 

son. Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año tendría más

 que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender 

cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos.
           


Por eso, no debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, 

porque ambos son sólo instancias de aprendizaje.
            
Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla, dependen de 

nosotros; el cómo enganchamos con las cosas que no queremos, depende sólo del


 cultivo de la voluntad.


Si no me gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las estrategias para cambiarla, pero está en mi voluntad el poder hacerlo.

“SER FELIZ ES UNA DECISIÓN”, no nos olvidemos de eso.


           
 Entonces, con estos criterios, me preguntaba qué tenía que hacer yo para poder 

construir un buen año, porque todos estamos en el camino de 


aprender todos los 

días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas:


Aprender a amar - a dejar huella - a ser felices.
En esas tres cosas debiéramos trabajar todos los días, el tema es cómo; y creo que hay tres factores que ayudan en estos puntos:
- Aprender a amar la responsabilidad como una instancia de crecimiento. El trabajo sea remunerado o no, dignifica el alma y el espíritu y nos hace bien en nuestra salud mental. Ahora el significado del cansancio es visto como algo negativo de lo cual debemos deshacernos y no cómo el privilegio de estar cansados porque eso significa que estamos entregando lo mejor de nosotros.
A esta tierra vinimos a cansarnos...

-Valorar la libertad como una forma de vencerme a mí mismo y entender que ser 


libre no es hacer lo que yo quiero.



Quizás deberíamos ejercer nuestra libertad haciendo lo que debemos con placer, 

y decir que estamos felizmente agotados y así poder amar más y mejor.



- El tercer y último punto a cultivar es el desarrollo de la fuerza de 

voluntad, ese maravilloso talento de poder esperar, de postergar 

gratificaciones inmediatas, en pos de cosas mejores.


HACERNOS CARIÑO y tratarnos bien como país y como familia, 

saludarnos en los ascensores, saludar a los guardias, a los chóferes 

de los micros, sonreír por lo menos una o varias veces al día. 

QUERERNOS.

CREAR CALIDEZ dentro de nuestras casas, hogares, y para eso tiene 


que haber olor a comida, cojines aplastados y hasta manchados, 

cierto desorden que acuse que ahí hay vida. Nuestras casas 

independientes de los recursos se están volviendo demasiado 

perfectas que parece que nadie puedeviviradentro.

Tratemos de crecer en lo espiritual, cualquiera sea la visión de ello.
La trascendencia y el darle sentido a lo que hacemos, tiene que ver con la inteligencia espiritual.

Tratemos de dosificar la tecnología y demos paso a la conversación, a los juegos 


“antiguos”, a los encuentros familiares, a los encuentros con amigos, 


dentro de casa. Valoremos la intimidad, el calor y el amor dentro de 

nuestras familias.

Si logramos trabajar en estos puntos - y yo me comprometo a 

intentarlo -, 

habremos decretado ser felices, lo cual no nos exime de los 

problemas, pero nos hace entender que la única diferencia entre 

alguien feliz o no, no tiene que ver con los problemas que tengamos, 

sino que con la ACTITUD

Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan.



Y que en cambio, con las penas pasa al revés: Se achican.


Tal vez lo que sucede, es que AL COMPARTIR, LO QUE SE DILATA 

ES EL CORAZÓN.

Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las 


alegrías y mejor 

defendido para que las penas no nos lastimen por dentro".




MAMERTO  MENAPACE,
Monje benedictino


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Me es muy grato recibir tus comentarios. Gracias Gloria Morelli