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martes, 10 de diciembre de 2013

El abrazo perfecto en 6 segundos

 Elsa Punset analiza de manera científica las emociones humanas en «Una mochila para el universo»


El abrazo perfecto en 6 segundos
Aquel aforismo griego de «conócete a ti mismo» ha sido tantas veces citado como pocas aplicado. Alegría, tristeza, odio, amor, envidia, codicia, generosidad... Son muchos los sentimientos que se apoderan de nosotros sin que sepamos con certeza la razón. Para guiarnos un poco en la gestión de nuestras emociones y en la comprensión de las de los demás -e incluso para transformarlas-, Elsa Punset nos propone recorrer 21 rutas con una mochila al hombro. ¿Qué no puede faltar en el petate? «Los dos grandes patrones emocionales que conforman nuestros 7 primeros años de vida: el amor y la curiosidad. Cuando perdemos la curiosidad, envejecemos», afirma Punset. ¿Y si falta el amor? «Ahí soy más radical. Es vida, creatividad e inteligencia. Perderlo es lo más cercano a la muerte».

Este es el punto de partida de «Una mochila para el universo» (Destino), cuyas 21 rutas están distribuidas entre siete grandes ámbitos de la inteligencia emocional: el afecto, los mecanismos mentales, las emociones, la comunicación, el bienestar emocional y físico, la creatividad y el esfuerzo, y el afán por transformar nuestras vidas. Sentimientos todos ellos cuya comprensión científica nos pueden conducir a la anhelada meta: eso que llaman felicidad - «la mitad es heredada y la otra mitad, genética», explica la autora- y, entre medias, al menos un poco de amor.

Ahora bien, ¿cómo amamos? Cuenta Punset que «recordamos mejor el primer beso que el primer acto sexual. Es la ternura, el encuentro con el otro...». Y es que, mientras que en la «primera relación puede primar más el elemento sexual sobre el afectivo», en el beso es distinto: «Los labios son un área densamente poblada y muy sensible. Logramos descifrar mucha información a través del beso». Con todo, hay que aceptar que el amor es un proceso químico, algo que «no le quita magia». Porque, «¿qué más te da que haya un poco más de dopamina, serotonina o testosterona? No cambia nada: es una expresión química de la emoción». El mismo proceso químico que se desencadena en nuestro cerebro cuando nos damos un abrazo. «Un buen abrazo tiene que durar 6 segundos», dice la autora en el libro. «Así se da un tiempo a que se genere la química del bienestar. Para algunas personas puede ser un poco más; para otras, un poco menos», añade..

Con todo, antes podemos averiguar si no están siendo sinceros con nosotros. El dicho es cierto: es más fácil pillar a un mentiroso que a un cojo. «Todo tiene un reflejo fisiológico. Excepto los mentirosos compulsivos, el resto mentimos muy mal. Se nos nota por mil gestos». ¿Ejemplos? Al mentir, se liberan unas sustancias químicas que inflaman el tejido interno de la nariz, de tal forma que no tenemos más remedio que rascarnos. «La nariz es un tejido eréctil y la sangra fluye cuando mientes», explica. El análisis del vídeo en que el ex presidente de EE UU, Bill Clinton, niega haber mantenido relaciones con la becaria Monica Lewinsky, es buena prueba de ello.

Sin embargo, nuestro cerebro distingue fatal entre realidad y ficción. Hasta el punto de que somos capaces de engañarle. Tiene sus cosas buenas: podemos adelgazar con unos pequeños trucos. Si imaginamos que estamos comiendo algo que vamos a degustar luego, nuestro cerebro perderá interés; o si bajamos el ritmo a la hora de comer, nuestro cerebro pensará que hemos comido más de lo realmenteingerido. Con todo, antes debemos entender que, si nos da por atiborrarnos, es por una cuestión cultural, no por necesidad. «La evolución del cerebro ha sido muy lenta, pero los cambios sociales muy rápidos. Cuando vivíamos en tribus de cazadores y recolectores, había muchas hambrunas. Y, aunque tuvieran muchas grasas y azúcares, comían todo lo que cazaban, porque eso podía salvarlos más adelante», dice Punset.

Nuestro cerebro también tiene instinto de supervivencia, y eso nos hace ponernos en lo peor por norma. Por eso se aferra más al pasado y al futuro que al presente. ¿El «culpable»? La corteza cerebral. «En el pensamiento racional se ubica nuestra capacidad de soñar, prever, recordar, hablar...La corteza cerebral te permite hacer cosas maravillosas, como imaginar, crear... pero también te transporta constantemente hacia al pasado y hacia el futuro», señala Punset. Es el sesgo negativo del cerebro. Y una de las razones por las que nos angustiamos tanto con facilidad es «porque nos pasamos la vida previendo lo peor. El cerebro te quiere proteger y te hace agrandar las emociones negativas». Que nadie se angustie, más aún si cabe. Hay cura: «Entrenar el cerebro en positivo. Saber que, pese a que tendemos a tirar la toalla, podemos entrenarlo, reconocer las cosas positivas e ir a buscar oportunidades».

LA PRIMERA IMPRESIÓN...
Al ser humano le bastan 15 segundos para tener una primera impresión de alguien. «Los humanos somos muy buenos psicólogos. Somos todos muy parecidos por dentro, nos reconocemos y nos leemos muy bien». La autora asegura asegura que la primera impresión es un «mecanismo automatizado del cerebro, que es capaz de procesar deprisa mucha información de forma inconsciente» de otra persona. El cerebro analiza esa información y la compara con experiencias pasadas almacenadas en la corteza cerebral (parte "racional" del cerebro) y el sistema límbico (parte "emocional")

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