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miércoles, 11 de junio de 2014

MEDITACIÓN : Bajar el volumen del ruido mental




La realidad que nos rodea a cada instante es una pequeña maravilla, como pueden serlo a su vez nuestras ocupaciones. Lástima que a veces la mente con sus discursos y prejuicios la empañe o la ensombrezca.

Apaciguar ese ruido mental dilata nuestra perspectiva vital.

Los niños inician el proceso del diálogo interno con una escucha fijada en sus padres mientras estos les hablan; luego se hablan a sí mis­mos y a sus juguetes, ejercitando así el lenguaje verbal y el pensamiento ra­cional. En algún momento aprenden que es inaceptable socialmente hablarse a uno mismo en voz alta; a partir de ahí se establecería el diálogo interno. Este proceso prepara al niño para el pensamiento adulto, pero el diálogo interno, cuando no cesa en el adulto y se descontrola, puede imponer su pre­sencia de manera excesiva. Un mo­nólogo o un debate interno continuo llega a ser agotador. El flujo de pensa­mientos desordenados se convierte de ese modo en verdadero ruido mental. 
¿Es posible gestionar una mente agi­tada y transformarla en otra más repo­sada y serena? O en otras palabras, ¿es posible regular las frecuencias de las ondas del ruido mental para conver­tirlo en una vocalización armoniosa y en una transmisión coherente?La mente es una herramienta mag­nífica para definir cuáles son los pasos que conducen a un objetivo y reflexio­nar sobre los anteriores. Se encarga, entre otras muchas funciones, de losprocesos de comprensión, aprendiza­je, creatividad, imaginación, clasifica­ción, razonamiento, comportamien­
to, percepción y actitud. Los pensamientos son los produc­tos de la mente y brotan influidos por la percepción que tenemos de las co­sas, las situaciones y las personas en un momento determinado. La educa­ción también desempeña un papel en los puntos de vista, en los hábitos y,con ello, en la manera de afrontar cada experiencia. De hecho, algunos auto­res consideran los pensamientos como voces de los demás; la voz interior po­dría ser un eco de las enseñanzas de los padres y de los mensajes aprendidos, como si fueran reglas sociales. pensamientos repetitivos
La experiencia muestra que algunos pensamientos suelen volver una y otra vez a la mente. Cuanto más tiempo y atención se invierte en ellos, más faci­lidad tienen para reaparecer y más se dificulta la creación de enlaces men­tales nuevos que ofrezcan una manera alternativa de gestionar las experien­cias cotidianas. Y, si cada pensamien­to está vinculado a un tipo de emo­ción, será fácil repetir patrones psico­emocionales, lo que dificulta la toma de conciencia y la transformación de aquellos que no nos benefician a no­sotros o a quienes nos rodean. Para ser más conscientes del ruido mental personal me gustaría pedir al lector que deje de leer para observar si tiene algunas frases que se repiten fre­cuentemente en su mente. Por ejem­plo: «uff, ahora esto», «bueno, en la vida no hay nada que sea fácil», «doy demasiado (no me siento compensa­do)», etc. Tomarse la molestia de escri­birlas hará el ejercicio más eficaz.Antes de cualquier cambio que se de­see alcanzar es imprescindible conocer el punto de partida; es decir, el tipo de mentalidad que se ha creado, conscien­temente o no. Observa si tienes pensa­mientos repetitivos que puedan estar sembrando las semillas de una actitud obsesiva, hiperactiva, explosiva, con­troladora, pesimista... Observa si a su vez experimentas a menudo emocio­nes como rabia, frustración, impacien­cia, agobio, nerviosismo, aceleración... También es posible un escenario en el que el diálogo interno se enfoque en la gratitud, la fe, la curiosidad o el entu­siasmo. Esta actitud lleva a unos pensa­mientos más ligeros, alegres, que pro­vocan una sensación de paz y confian­za. De todos modos, lo habitual es que la mente oscile entre esos dos polos. La toma de conciencia de esa situación y la autoobservación es lo que permite que el péndulo oscile cada vez menos, sin alejarse tanto del centro, para que impere la ecuanimidad.
el estado de ánimo Si te cuesta encontrar aquellas frases y pensamientos que más repites, te invito a mirar tu estado de ánimo predomi­nante durante el día. ¿Te sientes nervio­so, triste, perdido o aburrido? Cada vez que eso sucede, ¿en qué has pensado?Es recomendable sentir en qué parte del cuerpo nos ha afectado físicamente un determinado pensamiento o emo­ción. ¿En la barriga, en el pecho, la ca­beza, los hombros, las rodillas...? ¿En qué forma? ¿Cosquillas, dolor, con­tracción...? También resulta interesan­te observar y sentir el tipo de respira­ción que acompaña a un pensamien­to repetitivo: ¿se acorta, afloja, acelera, tensa, detiene?
Identificar la calidad respiratoria in­fluenciada por una creencia, que a su vez está vinculada a una emoción, otor­ga conciencia corporal, respiratoria y psicoemocional. Justo lo necesario an­tes de plantearse una transformación.Hay que tener en cuenta que la ayuda de un profesional puede ser muy útil en todos los casos, tanto en los que re­sulte especialmente difícil la autoob­servación y la toma de conciencia co­mo para ampliar la perspectiva y tomar otros puntos de referencia que puedan ser de utilidad.

LA ESCUCHA ACTIVA
Cuando un niño no se siente escucha­do, grita. Los pensamientos pueden llegar a hacer lo mismo. Si una parte en nosotros no se siente atendida, el cuer­po puede llegar a repetir su mensaje obsesivamente hasta que reparamos en él. Es preferible escuchar atentamente los pensamientos, evitar una respues­ta inmediata e impulsiva y tomarse un tiempo para reflexionar si realmente este pensamiento está basado en una evidencia indiscutible o bien es bási­camente una opinión que depende de un punto de vista determinado. Es factible considerar los pensa­mientos como una elección, una invi­tación o una sugerencia en la que po­demos sumergirnos o que podemos rechazar. Cada pensamiento conlleva una emoción y con ello una manera particular de vivir la realidad. Los pensamientos, ideas, nociones, opiniones, razonamientos, argumen­tos, juicios, conceptos, planos, pro­yectos y propósitos no son más que fenómenos que dependen de factores tanto interiores (pueden influir cues­tiones hormonales, la cantidad y la ca­lidad del sueño de la noche anterior...), como exteriores (el consumo de tele­visión, los mensajes sociales que reci­bimos desde pequeños...). De manera que ningún pensamiento es entera­mente «nuestro», pues está compues­to de influencias diversas. En vez de creer cada pensamien­
to y alimentarlo podemos cuestionar su origen y estudiar su influencia y relevancia para nuestra búsqueda vi­
tal. Es aconsejable, pues, escucharse con atención; darse cuenta de cuándo emerge un pensamiento, una emo­ción, una idea o una proyección men­tal, y simplemente escuchar su men­saje y su influencia corporal y respira­toria a fin de que no tenga que subir su volumen en busca de nuestra atención y no nos perturbe más de lo necesario. Pero escuchar no significaintervenir,manipular, controlar ni gestionar. Es­cuchar es permitir que la mente expre­se libremente sus creencias, alegrías miedos, sin juzgarlos.Ahora bien, una vez se ha tomado conciencia de las voces internas, re­cordemos que estos pensamientos no son más que una invitación. Aprender a dialogar con estasvoces, sean creen­cias o miedos, genera una comunica­ción íntima y sincera. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con los puntos de vista que ofrecen estos pensamien­tos... y obrar en consecuencia.
LIBERARSE COMO ELECCIÓN

Cuando el ruido mental se vuelve tan alto e insoportable que uno puede lle­gar a creer que la paz es un sueño in­alcanzable, el entrenamiento mental puede resultar muy eficaz. Un entre­namiento es una práctica constante y regular que se hace para una meta con­creta. Si la meta es bajar el ruido mental y estar más centrado, reduce las fuen­tes de ruido externo que te sea posible y busca espacios para saborear el silen­cio y la tranquilidad. Asimismo, evita tener la televisión o la radio como telón de fondo y disminuye la velocidad con que realizas las tareas diarias. Si observamos atentamente, nos da­remos cuenta de que podemos apren­der a ser más eficientes o a eliminar compromisos para reducir la dedica­ción a «hacer cosas», de modo que el tiempo de que disponemos sea de ma­yor calidad. Si conseguimos reducir la velocidad y el número de ocupacio­nes, a nuestra mente le resultará mu­cho más fácil desenvolverse con calma.
LA RESPIRACIÓN NOS AYUDA

La escucha activa de la respiración es una práctica sutil y permite ir un paso más allá. Consiste en acompañar la res­piración con la atención, la consciencia. «Inhalo, sé que estoy inhalando. Exha­lo, sé que estoy exhalando», recomien­da repetir Thich Nhat Hanh, un maes­tro budista vietnamita, a fin de calmar la mente y su actividad compulsiva. Se trata de una práctica muy eficaz para mejorar la concentración y la sensación de calma y paz. No consiste, pues, en usar palabras o una emoción específi­ca relacionada con una idea o creencia (como se hace con las afirmaciones, ver recuadro de la izquierda), sino en man­tener el foco en la escucha continua y entregada de cada respiración. En esta práctica nuestra herramien­ta es la consciencia en sí. Las frases que ayudan a mantener la consciencia en­focada («inhalo, exhalo» o literalmen­te contar las respiraciones) son un ins­trumento inicial para agudizar la con­centración. Una vez se tiene suficiente experiencia, pueden dejar de usarse las palabras ya que la concentración se enfoca solo en la respiración. 
Esta concentración despierta la mente y puede servir como base de entre­namiento para elegir en qué tipo de pensamientos queremos poner nues­tra atención; o en otras palabras: qué mensajes interiores queremos escu­char y qué volumen queremos darles. 
En el poder elegir está la libertad. actitudes. Cada pensamiento conlleva una emoción y con ello una manera particular de vivir la realidad.

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Me es muy grato recibir tus comentarios. Gracias Gloria Morelli