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domingo, 15 de febrero de 2015

LA TÉCNICA ALEXANDER



ftp://ftp.puce.edu.ec/Facultades/CienciasEducacion/ModalidadSemipresencial/Introducci%C3%B3n%20a%20la%20T%C3%A9cnica%20Alexander-Esteban%20Donoso.pdf

http://tecnicalexander.com/files/deporte.pdf


Ya es hora de que dejes de maltratar a tu cuerpo porque no sabes usarlo bien. Te vamos a enseñar a estirarlo desde la mente para cambiar los malos hábitos. Con sólo un cuarto de hora después del entrenamiento vas a mejorar tu rendimiento y a encontar tu equilibrio corporal. Y todo gracias a Alexander. Por Xavier Ortiz Infografías: Iván Pérez-Cuadrado Últimamente, en las competiciones de atletismo se ha observado un cambio de estilo entre los corredores. Antiguamente al correr se tendía a hacer caer el cuerpo hacia delante en aras de alcanzar mayor velocidad. Se pensaba que al desequilibrar el cuerpo la velocidad sería mayor, puesto que se avanzaba y caía al mismo tiempo. Sin embargo, ahora se tiende a dejar el cuerpo vertical y mover brazos y piernas a la máxima velocidad. Los atletas y entrenadores se han dado cuenta de que justamente ese desequilibrio les hacía perder centésimas de segundo, tiempo suficiente para ganar o perder una carrera o alcanzar un récord. No es de extrañar. Si para correr desequilibramos el cuerpo le estamos haciendo trabajar el doble: por una parte tenemos que parar el impacto de la caída hacia delante y por la otra tenemos que correr, es decir, hacemos fuerza para no caer además de la que necesitamos para correr. Es una pérdida de energía vital para cualquier corredor.
Muchas veces nos esforzamos para mejorar el rendimiento en nuestro deporte favorito. La “cultura del esfuerzo para lograr nuestra meta” está completamente instalada en nuestra sociedad. Sin embargo, a menudo este sobreesfuerzo nos causa problemas e incluso lesiones. Nuestro cuerpo nos pone un límite, y si no lo escuchamos con atención nos producimos lesiones que podríamos haber evitado de haberle hecho caso. Llega un punto donde el cuerpo nos advierte: o paras tú, o te paro yo. La Técnica Alexander actúa sobre estos dos puntales del deportista desde una perspectiva completamente diferente: actúa desde la “relajación en la acción”, con lo que se mejora el rendimiento y reeduca al deportista para prevenir las lesiones provocadas por la falta de atención al propio organismo. ¡Echa el freno! Cuando nos movemos, ya sea en la vida diaria o haciendo deporte, raras veces prestamos atención a lo que estamos haciendo con nuestro propio cuerpo. Queremos llegar a la meta, cumplir con nuestra obligación, hacer lo que se nos ha pedido o lo que queremos hacer, pero no ponemos atención a cómo hacemos lo que hacemos, es decir, a cómo usamos nuestro cuerpo cuando desarrollamos cualquier actividad. Imaginemos que estamos conduciendo un coche pero sin darnos cuenta estamos pisando el freno. Naturalmente el coche avanzará, pero a costa de un desgaste muy grande y a mucha menos velocidad de la que podría ir si no pisáramos el freno. Esto es lo que a menudo hacemos con nosotros mismos. Sin darnos cuenta estamos ejerciendo presiones sobre las articulaciones que “frenan” nuestro movimiento. A la larga el cuerpo no rinde lo que podría, se “desgasta”, padecemos dolores, y hasta nos llega a producir lesiones. Muchas veces estamos tan acostumbrados a ejercer estas presiones y frenos que ni nos damos cuenta, y a no ser que alguien nos haga conscientes de ello, no percibimos que están ahí, interfiriendo en nuestro movimiento, o dicho más técnicamente: interfiriendo en el “uso que hacemos de nosotros mismos”.
La pregunta es obvia: ¿cómo puedo dejar de presionar mi cuerpo si no noto tan siquiera que lo hago? ● F. Mathias Alexander, declamador de profesión, está a punto de perder la voz. Con los tratamientos convencionales no mejora, y decide averiguar qué le ocurre. Observando su cuerpo crea un método para mejorar el uso de su musculatura en todas las posiciones y movimientos.
Así nace la Técnica Alexander. Busca el equilibrio La técnica Alexander La técnica Alexander Aprende a usarte a ti mismo Xavier Ortiz es profesor de la técnica Alexander. Es miembro fundador de APTAE (Asociación de Profesores de Técnica Alexander de España). En la actualidad escribe, da conferencias y talleres de técnica Alexander en L’Escola d’Expressió i Psicomotricitat de Barcelona, l’Estudi de teatre Nancy Tuñon, el taller de Music y clases particulares en el Centre d’Analisi Psico-Corporal de Barcelona.

Busca el Equilibrio
Últimamente, en las competiciones de atletismo se ha observado un cambio de estilo entre los corredores. Antiguamente al correr se tendía a hacer caer el cuerpo hacia delante en aras de alcanzar mayor velocidad. Se pensaba que al desequilibrar el cuerpo la velocidad sería mayor, puesto que se avanzaba y caía al mismo tiempo. Sin embargo, ahora se tiende a dejar el cuerpo vertical y mover brazos y piernas a la máxima velocidad. Los atletas y entrenadores se han dado cuenta de que justamente ese desequilibrio les hacía perder centésimas de segundo, tiempo suficiente para ganar o perder una carrera o alcanzar un récord. No es de extrañar. Si para correr desequilibramos el cuerpo le estamos haciendo trabajar el doble: por una parte tenemos que parar el impacto de la caída hacia delante y por la otra tenemos que correr, es decir, hacemos fuerza para no caer además de la que necesitamos para correr. Es una pérdida de energía vital para cualquier corredor.

Para hacer en casa

Si tratases de hacer un ejercicio emplearías tu cuerpo según tu manera habitual. Si se trata de cambiar tu manera habitual de usar tu cuerpo, cualquier ejercicio te llevaría a error... Así que no se pueden hacer ejercicios en casa, usarías tu patrón de movimiento, el mismo que te ha llevado a moverte erróneamente, así que nunca podrías cambiar nada, usarías las herramientas que conoces, y se trata de cambiar de herramientas... El profesor es imprescindible... Sin embargo sí hay algo que puedes hacer. Se trata de “dedicarte” un cuarto de hora al día a ti, preferiblemente después del entrenamiento. Estuve dando clases a tres atletas de élite sobre la misma época: a Gina Esteva, campeona de España de Kite Surfing, a Samuel Galí, campeón de España de Windsurf y a Anna Jimenez, corredora de maratón. Los tres coincidieron en asegurar que practicar este ejercicio después del entrenamiento o la competición les facilitaba mejor la relajación muscular, mejor incluso que hacer estiramientos. Este ejercicio, que como verás es simplemente tumbarte en posición semi-supina, tiene la ventaja de que das instrucciones a tu cuerpo desde la mente para que se facilite el estiramiento, es decir, que desde tu pensamiento relajas las articulaciones y estiras la musculatura. En el caso de los estiramientos, éstos se producen solamente de una manera mecánica (estiras sólo físicamente). Tumbándote y “dando direcciones” no solamente obtienes una relajación física, sino también una relajación que te ayuda a apaciguar la mente. La consecuencia es una mayor relajación muscular y una mayor serenidad mental. Pienso, luego estiro: Túmbate boca arriba en una superficie firme, mejor sobre una alfombra, con las rodillas dobladas de manera que los pies estén posados tan cerca del cuerpo como te resulte cómodo. Los pies deberían estar lo suficientemente separados como para permitir que las piernas se puedan balancear con el mínimo esfuerzo (más o menos el ancho de los hombros) Las rodillas, ni muy separadas ni completamente juntas, pero señalando hacia el techo. Si lo prefieres puedes atarte las rodillas con una cinta o cuerda (una bufanda también sirve) de manera que tus rodillas queden flexionadas pero sin que hagas ningún esfuerzo para aguantarlas. Sitúa algunos libros de pasta blanda debajo de la cabeza de manera que sean la base para apoyar la zona occipital. Los libros no deberían estar en contacto con el cuello. La altura de la pila varía de persona a persona, y puede incluso variar para la misma persona en momentos distintos. Depende de muchos factores como la longitud del cuello, el tamaño de la cabeza o la curvatura de la columna vertebral. Si pones pocos libros, tu cabeza se inclinará hacia atrás (con la barbilla más alta que la frente) y será difícil conseguir relajación muscular a lo largo del cuello. Si la pila es demasiado alta, la barbilla te presionará la garganta de manera incómoda. La altura óptima está entre estos dos extremos. Los brazos deben estar apoyados sobre los codos y las palmas de las manos sobre el abdomen. Puntos sobre los que debe recaer el peso: Lo ideal sería que el peso estuviera distribuido entre los siguientes puntos: En los pies: entre el talón y las almohadillas de la base de los dedos gordo y meñique. En la cadera: en el arco trasero de la pelvis, un poco por debajo de la cintura. En los omóplatos: los huesos planos de la parte trasera de los hombros



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