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miércoles, 5 de mayo de 2010

MEDITACIÓN DE LA ROSA





Meditación de la Rosa

Roberto Assagioli, médico psiquiatra, nació en Venecia el 27 de febrero de 1888 y falleció en Capolona el 23 de agosto de 1974.

Fue un pionero del psicoanálisis en Italia. Basó sobre él su tesis doctoral y empezó a practicarlo desde sus primeros años profesionales.

Compartió con Freud y Jung el nacimiento del psicoanálisis y de la psicología profunda a comienzos del siglo XX en el grupo «Zurich Freud Society». El estudio de los procesos del inconsciente le dejaron una profunda impresión, la que más tarde desarrolló en una variedad de hipótesis que superaban los límites del psicoanálisis ortodoxo.

También fue un pionero en el Movimiento de la Psicología Humanista, junto con Maslow, Rogers y Rollo May en los años 60.

La idea principal era simple: más que enfocarse en la patología para definir al ser humano - como lo hacía el psicoanálisis demasiado a menudo - o en las similitudes estructurales entre el sistema nervioso animal y el humano - como lo sugiere el conductismo - se colocaba el mayor énfasis en la aspiración hacia la totalidad, en el potencial humano hacia el crecimiento, las expansión de consciencia, la salud, el amor y el gozo.


Más adelante, Maslow, Grof y Assagioli derivaron hacia la Psicología Transpersonal, la que denominaron así para evitar las connotaciones negativas, o identificaciones, que pudiera tener la palabra «espiritual» con las diversas religiones; pero la idea es que trasciende las limitaciones de lo personal para proyectarse hacia un todo mayor del que formamos parte.

Assagioli fue uno de los primeros en escribir en el Journal of Transpersonal Psychology de Estados Unidos.

Además de sus investigaciones y experiencias en el nivel profesional, su vida fue muy rica en diferentes contactos con personas que se movían en otras esferas del conocimiento, como Benedicto Croce., P. D. Ouspensky, Hermann Keyserling, Rabindranath Tagore, Inhayat Khan, D. T. Suzuki, Alexandra David Neel, Viktor Frankl, Robert Desoille, Alice A. Bailey, y C. G. Jung, con el que mantuvo una estrecha relación, antes y después de su abandono del psicoanálisis.


A todo esto se agregó un profundo conocimiento de la filosofía hindú y del budismo que estudió con un lama tibetano, el Maestro D. K. .

Tal bagaje de conocimientos agregado a una vida de profunda reflexión, dio como resultado una muy amplia perspectiva de las posibilidades de realización del ser humano a la que llamó Psicosíntesis.


Su vida fue el mejor testimonio de su enseñanza. Siempre fue evidente su gran amor hacia la humanidad y su confianza ilimitada en la bondad fundamental del ser humano. Quienes lo conocieron lo recuerdan como una persona que irradiaba amor, alegría, compasión y paz interior.

De su escuela de pensamiento, la Psicosíntesis extraemos hoy una de sus meditaciones para el crecimiento interior: la Meditación de la Rosa.

Instrucciones:

Elija una posición cómoda. En este ejercicio puede estar recostado si lo desea.

Enfoque su consciencia en la respiración. Respire en forma lenta y profunda.

Permita que el ritmo respiratorio se establezca en forma automática.

Sea consciente del centro de su pecho. Sienta cualquier sensación que aparezca allí: calor, hormigueo, vibración, etc.

Visualice en ese lugar el pimpollo de una rosa. Permita que sea su inconsciente el que elija el color, déjese sorprender.

Ahora, en cada inhalación imagine que lleva luz, energía a ese pimpollo.

Piense que esa luz va vitalizando la rosa.

La flor, en respuesta comienza a abrirse. Conéctese con las sensaciones y sentimientos que vayan surgiendo durante el ejercicio.

La rosa termina abriéndose totalmente, emitiendo luz en todas direcciones desde el centro de su pecho. Siga enfocado en sus sensaciones.

Mantenga la meditación un mínimo de 15 minutos sin interrupciones.

Esta meditación está diseñada para dar un nuevo impulso de desarrollo a nuestra personalidad completa.

La práctica diaria de esta meditación crea cambios en nuestro interior sumamente marcados que notaremos en muy poco tiempo.

MEDITACIÓN DE LA ROSA

Tanto en Oriente como en Occidente, la flor siempre ha sido considerada y utilizada como símbolo del Sí Mismo Espiritual. En China, por ejemplo, existe un antiguo texto taoísta que trata del significado profundo de la Flor de Oro. En la India ha sido y sigue siendo utilizado el símbolo del Loto (nenúfar), que tiene las raíces en el barro, el tallo en el agua y cuyas flores se abren al aire bajo los rayos del sol. En Persia y en Europa preferentemente se ha usado como símbolo espiritual la rosa, como por ejemplo en el emblema de la orden de los Rosa-Cruces: una rosa en el centro de una cruz.
Generalmente se ha usado la imagen de la flor ya abierta como símbolo del espíritu y su visualización es sumamente sugestiva y evocadora. Aún es mucho más eficaz y suscitadora de energías y de procesos psicoespirituales el uso dinámico del símbolo, es decir: la visualización del pasaje, del desarrollo, del capullo cerrado a la flor completamente abierta.
El símbolo del desarrollo corresponde a una realidad profunda, a una ley fundamental de la vida que se manifiesta tanto en los procesos de la naturaleza como en los del alma humana. Este ejercicio, original de Roberto Assagioli, el creador de la Psicosíntesis, podemos realizarlo individualmente y en grupo. En el primer caso tenemos que memorizar las distintas fases para recordarlas con facilidad. En el segundo, quien dirige el ejercicio, lentamente y con las pausas oportunas, lo desarrollará de la siguiente forma:
Imaginemos el capullo cerrado de una rosa. Visualicemos el tallo, las hojas y en lo alto del tallo, el capullo. El capullo es de color verde, porque los sépalos aún están cerrados y, como mucho, en la parte superior podemos llegar a ver tan sólo un pequeño punto rosa. Visualizaremos ese capullo lo más vívidamente posible, manteniendo su imagen en el centro de la conciencia... Mientras lo observamos vamos viendo como, poco a poco, comienza un lento movimiento: los sépalos empiezan a separarse dirigiendo sus extremos hacia fuera, dejando así al descubierto los pétalos rosados, todavía cerrados... Los sépalos se separan cada vez más... y cada vez distinguimos mejor el capullo de pétalos de un tenue color rosa... Ahora, también los pétalos empiezan a extenderse..., el capullo sigue abriéndose lentamente... hasta que la rosa se revela en toda su belleza y nos quedamos durante unos instantes admirándola con alegría.Una vez en este punto, comenzamos a percibir, inhalándolo, el aroma de la rosa... Ese perfume tan característico y conocido... tenue, dulzón y agradable...Lo olemos con profundo placer...El símbolo del perfume ha sido utilizado frecuentemente en el lenguaje religioso y místico (el olor de santidad) y también es frecuente el uso de perfumes en los ritos (incienso, aceites, flores...)
Después visualizamos toda la planta e imaginamos la fuerza vital que brota desde las raíces hasta la flor, produciendo este desarrollo... y permanecemos contemplando este milagro de la Naturaleza.
Ahora mismo nos identificamos con la rosa, o más exactamente, ponemos la rosa en nuestro interior más profundo y nos sentimos un@ con ella... Ahora somos, simbólicamente, una flor y más concretamente una rosa. La misma Vida que anima el Universo y que ha producido el milagro de la rosa, está produciendo en nosotr@s un milagro similar o incluso mayor: el desarrollo, la apertura, la irradiación de nuestro ser espiritual... y nosostr@s podemos cooperar conscientemente con nuestro florecimiento interior.

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