El ejercicio que acelera el ritmo cardíaco no es el único tipo de actividad física que puede ayudar a prevenir o controlar las enfermedades cardíacas. El ejercicio relajante del yoga también es bueno para el corazón.
Esta es una actividad de cuerpo y mente que implica moverse a través de una serie de posturas corporales y ejercicios de respiración que pueden mejorar la fuerza, la flexibilidad, el equilibrio y la relajación. Docenas de diferentes formatos o prácticas, como hatha, anusara, ashtanga y muchos otros enfatizan diferentes enfoques, como tonificación, entrenamiento de fuerza o meditación.
Una salida del estrés
Uno de los beneficios más claros de esta disciplina para el corazón es su capacidad para relajar el cuerpo y la mente. El estrés emocional puede causar una cascada de efectos físicos, incluida la liberación de hormonas como el cortisol y la adrenalina, que estrechan las arterias y aumentan la presión arterial. La respiración profunda y el enfoque mental pueden compensar este estrés.
La preocupación y la depresión suelen seguir a un evento cardíaco, como un ataque cardíaco, una cirugía de derivación o un diagnóstico de enfermedad cardíaca. Como parte de un plan de tratamiento general, esta práctica puede ayudar a controlar este estrés.
Como refuerzo del corazón
El ejercicio que acelera el ritmo cardíaco no es el único tipo de actividad física que puede ayudar a prevenir o controlar las enfermedades cardíacas. El ejercicio relajante del yoga también es bueno para el corazón.
Esta es una actividad de cuerpo y mente que implica moverse a través de una serie de posturas corporales y ejercicios de respiración que pueden mejorar la fuerza, la flexibilidad, el equilibrio y la relajación.
La práctica regular de yoga puede prepararte para seguir un estilo de vida por el resto de tu vida. Para quien está en una carrera ocupada, puede ayudar a aliviar el estrés de largas horas y la presión laboral. Y a quien le guste divertirse un poco, puede proporcionarle un contrapeso.
En los cuarenta y cincuenta la masa muscular comienza a disminuir naturalmente en aproximadamente un 1 % por año a partir de los cuarenta años. Pues bien, esta actividad puede ayudar a desarrollar y mantener la fuerza muscular y la flexibilidad.
En los setenta y más allá, las asanas probablemente deberán ser más suaves y terapéuticas. La movilidad articular, la fuerza y el equilibrio disminuyen con la edad y las condiciones limitantes, como la osteoartritis, pueden afectar a esta práctica en los años crepusculares.
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