Buscar este blog

martes, 13 de enero de 2015

RELACIONES AFECTIVAS


EL ORGULLO Y EL AMOR PROPIO EN LAS RELACIONES AFECTIVAS

Diferencias entre el orgullo y el amor propio o amor hacia uno mismo, y por qué son diferentes.


El amor propio en las relaciones suele fomentar el crecimiento y fortalecimiento personal.

Muchas personas creen que el orgullo es símbolo de una buena autoestima, y esto es debido a que el significado del orgullo suele confundirse normalmente con el del amor propio, o amor hacia uno mismo.

Sin embargo, hay una gran diferencia entre el amor propio y el orgullo, y es que precisamente el primero se deriva de una autoestima saludable y el segundo de nuestros miedos e inseguridades.



El amor propio

El amor propio es nuestra capacidad para amarnos y respetarnos, prestando atención a nuestras necesidades y ocupándonos de nuestro bienestar. Por bienestar nos referimos a las cosas que precisamos para sentirnos emocionalmente centrados, saludables y con todas nuestras necesidades primarias cubiertas.

El amor propio nos ayuda también a decir que no cuando algo no nos satisface, a poner límites dependiendo de lo que consideramos que es correcto o no para nosotros, a escuchar los mensajes de nuestro cuerpo con respecto a otras personas, lugares y experiencias que nos son benéficas.

Amarnos nos ayuda a ponernos en primer lugar para decidir lo que es mejor para nosotros. Una persona con una buena dosis de amor propio se conoce a sí misma, respetando sus necesidades y límites, manifestando su propia opinión, expresándose verazmente, libre de expectativas por la aprobación externa y la opinión ajena, y cuidando de sí misma para mantener su salud y bienestar.

El orgullo

Una persona orgullosa suele considerarse superior a los demás. En su fuero interno yacen muchas inseguridades, auto-exigencia, culpa, desaprobación y carencia afectiva, lo cual se compensa mediante un carácter fuerte y arrogante, que enmascara la verdadera percepción que se tiene de sí mismo.

Esta persona en realidad no se respeta, y por ende no puede respetar tampoco a los que la rodean. Debido a su propia auto-imagen distorsionada, es incapaz de pedir ayuda cuando la necesita, o rechaza los términos de la ayuda recibida, causándose mucho sufrimiento innecesario.

Las virtudes y los defectos de una persona orgullosa son usualmente negados, creándose una imagen idealizada de lo que pretende mostrarse al exterior, negando, de esta manera, las propias necesidades, emociones y límites. Esto se hace aún más evidente cuando la persona orgullosa es contrariada, en cuyo caso reacciona con actitud ofendida y defensiva, no dando lugar a otros puntos de vista que no estén de acuerdo con el propio. De la misma forma, la persona proyecta sus ideales en los demás, sintiéndose profundamente ofendida e iracunda cuando las otras personas no cumplen con los estándares establecidos.


La persona orgullosa proyecta sus ideales en los demás.

En realidad, cuando comparamos el amor propio con el orgullo, nos damos cuenta de que el amor propio parte de una percepción positiva, poderosa y saludable de sí mismo, mientras que el orgullo parte de una percepción negativa, insegura, despectiva y vulnerable de la auto-imagen.

El orgullo y el amor propio en las relaciones afectivas

En lo que a las relaciones afectivas se refiere, el amor propio y el orgullo tienen características marcadamente opuestas, la primera siendo abierta, compasiva, amorosa y abarcativa, la segunda siendo cerrada, estructurada, inflexible y conflictiva. Si observamos bien estas características, nos daremos cuenta de que el amor propio viene de sentirnos conectados con el espíritu (nuestra verdadera naturaleza), y el orgullo proviene de una identificación con los aspectos egoicos (la imagen mental que tenemos de nosotros mismos).

El orgullo en las relaciones suele generar malestares y conflictos, esperando que la otra persona cumpla con los requerimientos esperados y satisfaga las expectativas, ya que parte de un sentimiento de carencia y vacío. El amor propio en las relaciones suele fomentar el crecimiento y fortalecimiento personal, esperando aportar sus aspectos positivos a una relación, en lugar de pensar sólo en sacar ventaja de la misma.

Cuando la persona se relaciona desde un sentimiento de amor por sí mismo, lo hace con el corazón abierto, esperando poder dar amor y comprensión, ya que se ha llenado a sí mismo de esta energía y desea compartirla. Las necesidades pasan a un segundo plano ya que se sabe completamente capaz de satisfacerlas por sí misma, y no está ubicando en el otro la necesidad de satisfacer a ese vacío.

Los prejuicios y la crítica no tienen lugar en este tipo de relaciones, ya que se comprende que los errores son algo natural en el proceso de aprendizaje, y que en nuestro interior somos todos uno y lo mismo, con el mismo potencial y objetivo: expresarnos a nosotros mismos como seres eternamente amorosos y creadores.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me es muy grato recibir tus comentarios. Gracias Gloria Morelli